Recibir una demanda ejecutiva puede generar miedo e incertidumbre. Conocer cómo funciona este proceso y cuáles son tus opciones legales es clave para proteger tu patrimonio y ejercer tu defensa a tiempo.
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Si has sido notificado recientemente de una demanda ejecutiva por una deuda impaga, lo primero es mantener la calma y entender de qué se trata este procedimiento. En términos simples, la demanda ejecutiva es el mecanismo judicial que utilizan los acreedores para exigir el pago de una deuda. Si el deudor no paga, el tribunal puede ordenar el embargo de bienes para cubrirla.
La notificación es un paso fundamental: la realiza un Receptor Judicial, quien puede entregarte la demanda en forma personal (Art. 40 del Código de Procedimiento Civil) o, en caso de no encontrarte, dejar constancia en tu domicilio y citarte a su oficina para recibir el requerimiento (notificación subsidiaria, Art. 44 C.P.C).
Desde el momento en que eres notificado, comienza a correr un plazo legal clave: tienes 8 días hábiles para contestar la demanda. Por eso, es imprescindible acudir de inmediato a un abogado especializado en juicios ejecutivos, quien podrá preparar tu defensa y orientarte sobre las mejores estrategias.
Una vez respondida la demanda, el juicio continuará y el acreedor puede solicitar el embargo de tus bienes. En este punto, resulta esencial evaluar las alternativas legales disponibles para proteger tu patrimonio y, a largo plazo, considerar estrategias que permitan incluso alegar la prescripción de la deuda.
Enfrentar un juicio ejecutivo no es sencillo, pero contar con asesoría profesional oportuna puede marcar la diferencia entre perder tu patrimonio o encontrar una salida favorable. Recuerda: el tiempo corre desde el momento de la notificación, por lo que actuar rápido es la mejor decisión.
